VISITA A DELTA 1. EL POBLADO QUE NUNCA DUERME
Nuestra convivencia y voluntariado en el Albergue del Padre Zabala realmente
dejan poco tiempo libre. Estamos sumidos en sus quehaceres desde las 5 am y son
muchas las tareas allí (talleres, limpieza, orden, apoyo escolar…) pero tanto
Fabio como yo consideramos interesante para comprender la realidad del Distrito
Madre de Dios conocer otros poblados cercanos a Boca Colorado. Así que, decidimos
visitar Delta 1 aprovechando que muchos alumnos han salido del albergue para
visitar a sus familias.
Podríamos ir en bote a través del
río, pero el viaje sería mucho más largo, por lo que cogemos un transporte
terrestre colectivo, cuyo trayecto supera las dos horas y medias entre esperas
y cambio de vehículo. Vamos en la zona trasera al descubierto de un 4X4 junto a
unas seis personas más.
El mini punto rojo es Fabio |
El paisaje es espectacular. Es la pura selva. Palmerales impenetrables,
castaños que rozan las nubes, es una continua sucesión de tonalidades verdes
infinitas. Atravesamos campamentos de mineros, reconocibles por sus chavolas de
plástico azulado en mitad de la selva y cernanos al rio. La llegada al río es
impactante. Es terrible comprobar los efectos de la mineria aurífera, la
devastación del paisaje sobrecoge, el esplendor vegetal desaparece dando lugar
a una naturaleza muerta.
Delta 1 nos resulta sorprendente, es un poblado bastante bullicioso al
igual que Boca Colorado. Se escuchan batucadas y tenderos atrayendo a sus
kioscos, los mineros deambulan por el poblado en busca de sexo y alcohol. Posiblemente
nos hayamos cruzado con el padre de algún niño del albergue.
También reponen sus equipos, descansan y venden su oro a un precio
miserable. 120 soles por gramo, alrededor de 30 euros. Un dinero muy tentador
en un lugar muy “de hombres”. Es muy habitual gastar la plata en prostíbulos y
cantinas, y comprobar días después que al minero no le queda nada que enviar a
la familia, así que, de vuelta al tajo y vuelta a empezar.
Fabio y yo paseamos por sus ajetreadas calles. Los negocios familiares
se suceden, la mayoría destinados a la actividad minera. Desde luego somos
objeto de muchas miradas, hay incluso personas que desean fotografiarse con
nosotros, no sé todavia muy bien con qué finalidad. Quizás para contarle algún
día a sus hijos que unos europeos blanquitos pasaron por su establecimiento.
Después de almorzar cebiche y pollo al carbón en una cantina junto a
mineros solitarios, emprendemos el camino de vuelta, donde coincido con un
señor primero agricultor y después minero que me cuenta su interesante vida. Pero
eso será otra historia.